[Ante todo recordar que este artículo se encuentra publicado en la Web de NaviGames así que os recomiendo encarecidamente leerlo en la página donde fue publicado primeramente para apoyar el trabajo que allí se hace, gracias.]
Final Fantasy es uno de esos nombres que, hayas estado muy metido dentro del mundo de los videojuegos o no, alguna vez has tenido que escucharlo. Esa “última fantasía” de un estudio, que no estaba en su mejor momento, consiguió hacerse paso y solventar todos los obstáculos hasta convertirse, hoy en día, en una de las mayores sagas de la historia de los videojuegos.
Mi trayectoria jugando a los Final Fantasy no es demasiado extensa, pues no fue hasta el año 2017 que terminé mi primer juego de la franquicia, Final Fantasy XV, salido ese mismo año. Posteriormente me compré la edición remasterizada de Final Fantasy XII y quedé igualmente fascinado por su mundo y música. Aunque no me había pasado ningún Final Fantasy hasta entonces, sí había escuchado su banda sonora, compuesta por Nobuo Uematsu casi en su totalidad a excepción del XV que la realiza la fantástica Yoko Shimomura, y Final Fantasy XII, con Hitoshi Sakimoto, en el que nos centraremos en este escrito.
Final Fantasy XII es como una oveja negra, pero sin las connotaciones negativas. Es aquel título de la franquicia que destaca por encima de muchos pese a no pertenecer al mismo universo. Que aquí no se me malinterprete, pues ningún Final Fantasy se mantiene en un universo o temática, pese a que hay ciertos elementos – la niebla, los cristales y ciertas criaturas – que sí son seña de identidad de la saga. A lo que me vengo a referir que Final Fantasy XII es, en sí mismo, una saga aparte.
El universo de Ivalice, donde transcurre FFXII, se encuentra, por ahora, formado por tres entregas: Final Fantasy Tactics (1997), Vagrant Story (2000) y Final Fantasy XII (2006), cuyas bandas sonoras están compuestas por la misma persona. Esto es muy raro dentro de la saga. Es cierto que hay algunos títulos, como VII o XV, que contienen en su universo algún que otro juego o película, pero siempre con el título “Final Fantasy VII” o “Final Fantasy XV”. En el caso de Ivalice, si no buscamos concienzudamente no nos damos cuenta de ese hecho.
Cuando abordamos la música de Hitoshi Sakimoto nos cercioramos de la gran predilección por las bandas sonoras de corte clásico, como las que podríamos encontrar en una obra de John Williams (Star Wars), Basil Poledouris (Conan el Bárbaro) o incluso, una de sus influencias declaradas, Mark Snow (Expediente X). Sakimoto, ya sea por limitaciones de la época y/o por gusto personal, tenía cierta predilección por la música de corte sinfónico que plasmaba en orquestas sintetizadas.
No soy un Final Fantasy
Para la realización del segundo título del universo de Ivalice, Vagrant Story, se quiso enfocar en la composición de una banda sonora agresiva e inquietante, en la que hay un uso frecuente de disonancias para incrementar esa violencia y crudeza en la que se veía envuelta tanto la historia del título como sus personajes.
Vagrant Story es uno de esos títulos originales de PlayStation, lanzados en plena era 2000, que sorprendieron en su momento por llevar la “madurez” al medio. Aunque, por desgracia, quedó en el olvido convirtiéndose en un juego de culto que muy pocos han tenido la oportunidad de probar. Los combates, la ambientación en base a catacumbas típicas de un Dungeon Crawler y la música creaban un ambiente que, hasta el momento, pocos juegos habían conseguido. Era uno de esos títulos adelantados a su época – por no mencionar sus vídeos con cámara y diálogos tipo cómic, que son prácticamente una obra de arte por sí mismos –.
La música que podemos escuchar, mayoritariamente, suena a las típicas producciones sinfónicas cinematográficas de finales de los 80 y los 90, como las que ya hemos mencionado, además de la combinación de la música de los videojuegos de los 90 como Castlevania Symphony of the Night (1997) y Resident Evil (1998), tanto en el uso del sintetizador como en el tipo de orquestación y timbres utilizados. El autor quiso aportarle un ambiente mucho más opresivo de lo que mostró en Final Fantasy Tactics para adaptarse bien al tono general de la obra.
Aunque la banda sonora de Vagrant Story, hoy en día, se nos puede antojar extraña, e incluso arcaica, nos ofrece una demostración del estilo compositivo de Hitoshi Sakimoto que veríamos en entregas posteriores. Esa orquesta sintetizada que encontramos aquí la veremos de un modo más “preciosista” en Final Fantasy XII.
Final Fantasy: Ivalice
La pregunta sería, ¿por qué empezar con Vagrant Story directamente y después pasar a Final Fantasy XII? ¿La banda sonora de Final Fantasy Tactics no es relevante? Sí, por supuesto que lo es, el problema es que no hay excesiva diferencia a nivel estructural con la que encontraremos en Final Fantasy XII, por lo que he preferido no pecar de redundante e ir a la tercera entrega de lo que podríamos llamar Historias de Ivalice.
Cuando Final Fantasy XII fue anunciado creó gran controversia pues, primero veníamos de una onceava entrega numerada que había resultado ser un MMO (cosa que da para discusión sobre si deberían ser numéricos) y luego la llamativa salida de Uematsu de la saga, aunque seguiría colaborando y posteriormente realizaría lo que es, para mi, uno de sus mayores trabajos en Final Fantasy VII Remake. Además de todo esto, el cambio del director a mitad del proyecto solo incrementó la desconfianza del público en el producto, pues habían estado demasiados años con unos nombres específicos vinculados a la saga.
Pese a los problemas que atravesó el título de Square Enix, el resultado general satisfizo en gran medida al público – aunque se redimió para una gran parte del público tras el lanzamiento de la edición The Zodiac Age, en 2017 –. Al contrario que ocurría en Vagrant Story, aunque el corte musical siguiese la estela de esas orquestas sinfónicas sintetizadas, quitando el tema inicial y el ending, en este caso se decantó por “una progresión armónica y una orquestación que se percibiera como brillante y viva”, según afirmó el propio compositor en una entrevista realizada por el Blog de PlayStation.
Final Fantasy XII en particular e Ivalice en general cuentan con una estética que combina ciencia ficción con fantasía, mostrando un mundo rico en matices donde la tecnología y la magia coexisten. El mundo en sí tiene una clara influencia en la saga cinematográfica Star Wars, pues, la saga Final Fantasy siempre ha bebido un poco de allí (recordemos que tanto Biggs como Wedge, dos personajes recurrentes en la saga FF, pertenecen al universo de Star Wars). En este caso nos deja poco a la imaginación, pues la estética y las razas recuerdan a las de dicha saga, incluyendo hasta naves espaciales con combates aéreos que poco o nada dejan a la imaginación. Como vemos a continuación, ya en el tema introductorio se ven elementos que estarán presentes en el resto de la obra:
La gran importancia en la percusión unida a esas orquestaciones disonantes de la anterior entrega del universo Ivalice, Vagrant Story, se queda a un lado para dar paso a una banda sonora mucho más preciosista y melodiosa. El compositor, pese a haber un claro tinte de ciencia ficción en la obra, la descartó de su mente y se centro en crear una banda sonora de fantasía pura. Cuando abordamos la música de Final Fantasy XII comparándola con la obra de Nobuo Uematsu, nos damos cuenta que la obra de Sakimoto es mucho más homogénea en cuanto a su sonoridad, realizando mucha menos experimentación en su música. Podríamos decir, simplificando, que es más Dragon Quest que Final Fantasy.
Sakimoto, a raíz del cambio de jugabilidad en la saga, de combate por turnos clásico a turnos “dinámicos” con movilidad libre, percibió que la mejor idea para abordar la banda sonora era priorizar la atmósfera sobre los momentos determinados, como los combates aleatorios típicos del género, que podían darse. Por este motivo decidió que cada área, cada bioma y región tuviera su temática, tono e instrumentación.
Por limitaciones de presupuesto y tiempo, se decidió que solo el tema introductorio y el ending serían grabados con orquestación real, pues el resto de temas están sintetizados por ordenador. Esto no fue realmente un problema ya que Sakimoto tenía bastante experiencia en ese ámbito. No fue hasta la remasterización del título, con la edición The Zodiac Age, que se le permitió grabar la obra completa. Por lo que afirma el compositor en la entrevista mencionada con anterioridad, la adaptación de partituras, grabación de la orquesta e instrumentación general y la posterior mezcla se antojo en una “batalla interminable”, pero el resultado final salta a la vista que mereció realmente la pena, dejando en nuestros corazones una obra que, a nivel de construcción de mundos, jugabilidad y música, se halla entre las mejores entregas del género.
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